Sustentabilidad y sostenibilidad ¿conceptos intercambiables?

Sustentabilidad y sostenibilidad ¿conceptos intercambiables?

En los últimos años, los términos “sustentabilidad” y “sostenibilidad” se han vuelt0 parte del lenguaje cotidiano, especialmente en temas relacionados con el medio ambiente, el desarrollo económico, la educación, la responsabilidad empresarial y los derechos humanos. Sin embargo, aunque muchas veces se utilizan como sinónimos, la pregunta sigue presente: ¿es lo mismo hablar de sostenibilidad que de sustentabilidad? ¿Estamos perdiendo algo importante al elegir uno sobre el otro?

Este debate no es nuevo, pero sigue siendo relevante, sobre todo en un país como México, donde incluso la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos hace referencia directa a la “sustentabilidad”. Elegir el término correcto puede parecer una cuestión de estilo, pero en realidad, tiene implicaciones más profundas: nombrar bien las cosas es también una forma de pensar bien las realidades.

Orígenes y diferencias teóricas
Ambos conceptos tienen su raíz en el concepto de desarrollo sostenible propuesto en el Informe Brundtland (1987), elaborado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas. Este informe definió el desarrollo sostenible como aquel que “satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.

A partir de ahí, se popularizó el término “sustainable development” en inglés. Al traducirse al español, se abrió el debate: algunos tradujeron “sustainable” como sostenible, y otros como sustentable.

¿Qué dicen los teóricos?
Autores como Ignacy Sachs, pionero en el pensamiento sobre desarrollo sustentable, han señalado que ambos términos tienen raíces distintas pero objetivos comunes. Sachs utilizó preferentemente el término desarrollo sustentable al referirse a una visión que equilibra crecimiento económico, equidad social y conservación ambiental.

Por otro lado, en el mundo académico de habla hispana, teóricos como Ramón Folch, ecólogo catalán, defienden el uso del término sostenibilidad por su relación más clara con la capacidad de mantenerse en el tiempo (“sostenerse”) sin agotar los recursos. Para Folch, lo “sostenible” implica un balance dinámico entre 2 sistemas complejos, mientras que “sustentable” puede sonar más pasivo, como si bastara con tener un soporte o sustento.

¿Y qué dice la Real Academia Española?
La RAE reconoce ambos términos:
● Sostenible: Dicho de un proceso que puede mantenerse por sí mismo sin agotar los recursos disponibles.
● Sustentable: Que se puede sustentar o defender con razones.

Aunque en la práctica se acepta que ambos se usan como sinónimos, la RAE aclara que “sostenible” es el término preferido cuando se refiere a temas ambientales o de desarrollo a largo plazo. En México, el lenguaje legal y normativo adoptó “sustentabilidad” como término oficial. La CPEUM, en su artículo 27, establece que “el desarrollo rural integral y sustentable” debe ser promovido por el Estado.

Del mismo modo, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) y la Ley General de Cambio Climático (LGCC) también hacen uso del término sustentable para referirse a la armonización entre desarrollo y conservación. Este uso no es casual: en América Latina, países como México, Colombia, Argentina o Chile tienden a preferir “sustentabilidad” en sus leyes y políticas públicas, influenciados tanto por traducciones técnicas como por corrientes académicas específicas.

¿Ganamos o perdemos al elegir uno u otro?
En términos generales, no es incorrecto usar cualquiera de los dos, siempre que se mantenga la coherencia dentro del contexto. Sin embargo, hay matices
importantes:
● En comunicaciones internacionales (por ejemplo, con la ONU o la Unión Europea), el término “sostenibilidad” es el más utilizado.
● En documentos legales mexicanos, políticas públicas y normativas ambientales, predomina la palabra “sustentabilidad”.
● En el ámbito académico, hay una preferencia creciente por “sostenibilidad” debido a su precisión conceptual.
El riesgo de usar los términos como si fueran totalmente intercambiables es que se pierda profundidad en el análisis. Por ejemplo, decir que una actividad es “sostenible” puede implicar un equilibrio activo y constante, mientras que “sustentable” podría referirse solo a que algo tiene un soporte momentáneo o justificación técnica. Ambos conceptos apuntan hacia la permanencia en el tiempo, pero desde ángulos distintos.

¿Si es sustentable es sostenible, y viceversa?
En la práctica, sí. Un proyecto que cumple con criterios de sustentabilidad —económicos, sociales y ambientales— también puede considerarse sostenible. Sin embargo, no siempre lo sostenible es sustentable, si se pierde de vista el contexto territorial, cultural o normativo. Por ejemplo, una empresa puede implementar procesos sostenibles a nivel técnico (uso eficiente de recursos, economía circular), pero si no respeta los derechos humanos o ignora las condiciones locales, difícilmente podrá decirse que es un proyecto sustentable en términos sociales y éticos. La importancia de nombrar bien. Como decía el filósofo español José Ortega y Gasset, “llamar a las cosas por sunombre es el primer paso para entenderlas”. En este sentido, elegir entre sostenibilidad o sustentabilidad no es solo un tema de estilo, sino de comprensión profunda de lo que queremos construir.

Ambos términos son válidos, pero es importante usar el que mejor se ajuste al contexto, al marco legal y al objetivo de comunicación. En México, hablar de sustentabilidad tiene un respaldo jurídico y político claro, mientras que sostenibilidad conecta mejor con el discurso global y académico. Más allá de las diferencias terminológicas, lo esencial es que como sociedad —y como individuos— entendamos que el verdadero reto está en lograr un equilibrio duradero entre desarrollo, justicia social y respeto al medio ambiente. Sea sustentable o sostenible, lo importante es que sea real, ético y aplicable.